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lunes, 19 de mayo de 2014

Maravilloso relato


GONDER

Dani era un niño de cinco años cuyo único sueño en su vida es ir a África.
Todos sus amigos quieren ser astronautas, médicos e incluso profesores, pero el no, cuando sea mayor quiere visitar los países mas empobrecidos del mundo ya que, su familia tampoco dispone de dinero en exceso, a duras penas les da para lo necesario.
Tres años después, una calurosa tarde de mayo su abuelo le visita, como siempre con su sonrisa, traía un pequeño paquete en las manos, un sobre blanco.
Dani se alegra de verlo y lo recibe con un fuerte abrazo, el hombre le entrega al niño el sobre que tiene en sus manos y Dani lo abre con mucho entusiasmo.
Dentro del sobre se encuentran dos pequeñas fundas que en su interior guardan dos papeles , pasaportes para un avión, destino: Gonder, Etiopía, África.
Se sorprende mucho al verlos, la expresión de su cara lo dice todo y da un fuerte abrazo a su abuelo. Una lágrima de alegría comienza a recorrer la mejilla de ambos.
Pero... ¿Porqué?
-¿Por qué abuelo?¿a qué viene ahora?
-¿Esque no te ha gustado?
-¿Bromeas?, ¡es el mejor regalo que me has podido hacer!.- y vuelve a abrazarlo, esta vez, con mas fuerza.
-Entonces, ¿qué?, ¿nos vamos?
-¡Si!.- responde mientras lee el contenido del sobre de nuevo.
Ahora es su abuelo quien lo abraza. En esos minutos ambos han sido rodeados por la familia de Dani, que tan contentos como ellos contemplan la escena.
Después de aquello Dani no pensaba en otra cosa, a media noche ya lo tenía preparado todo: su gorro de explorador, la brújula de su bisabuelo, la cantimplora ya llena de agua, sus botas para los charcos, su mochila...
¡Tan solo doce horas para coger el avión!
Pasan los minutos que parecen horas para él, ¿por qué no se puede dormir?, está muy nervioso.
Desde su cama consigue alcanzar su libro preferido, ¨la vida en la sabana¨, enciende su lámpara y comienza a leerlo. Cuanto más lee aquel libro más le gusta.
Dani pone el libro sobre sus rodillas y apoya las palmas de las manos en su barbilla, ya preparado se dispone a leer de nuevo aquel fantástico libro.
Un canto de pájaros, típico mañanero, ¿pero qué hora es?, ¡las ocho de la mañana!, ayer se quedó dormido mientras leía. De un salto se levanta de la cama y baja las escaleras a toda prisa, entra en la cocina.
-¡Buenos días!-les dice con una sonrisa.
Estos les corresponden de la misma forma.
-Hoy es el día- le comenta su padre,- ¿estás nervioso?
No responde, tan solo se limita a mostrarle una de sus mejores sonrisas y corriendo se bebe un vaso de Cola Cao que le deja una mancha de chocolate alrededor de la boca. Le da un beso a su padre y su madre y vuelve a subir las escaleras.
Al cabo de diez minutos baja de nuevo, vestido con sus pantalones color verde, sus botas, su chaleco y su gorro, agarrando la maleta dónde ha metido todo lo necesario.
-¿ya te vas?- le pregunta su madre que sonríe al verlo.
-todavía no, tengo que esperar al abuelo.
El timbre suena, Dani deja escapar una sonrisa de felicidad y corriendo, abre la puerta.
Su abuelo viene vestido muy parecido a el, con vestimentas color verde militar. Intercambian una sonrisa al verse.

-¡Hola abuelo!, ¿nos vamos ya?
Este ríe fuerte tras la reacción de su nieto
-Todavía tienes que despedirte de tus padres, los echarás de menos.
-lo único que voy a echar de menos es aquel lugar en cuanto me marche.-dice sonriendo tristemente.
Está feliz porque va a ir, pero entristece nada más pensar el momento de marcharse de allí.
-claro que a mis padres también los añoraré.
Y les da un fuerte abrazo abrazo a los dos. Tras aquello se coloca junto a su abuelo y se despiden con la mano de su familia. Ninguno de los dos ha sido nunca nada empalagoso.
Se montan en aquel viejo audi de su abuelo. No intercambia palabras en los cinco minutos de trayecto, tan solo sonrisas. El abuelo saca su cartera para pagar al hombre del aparcamiento y le cuide el coche mientras él se encuentra fuera. Entra en el aeropuerto cogido de la mano de Dani.
No saben muy bien como va aquello pero consiguen pasar las maletas y los pasaportes, al cabo de media hora se encuentran a la espera del avión, que no tarda en llegar y son los primeros en adentrarse en él. Despega.
-Abuelo, ¿tú estás nervioso?
-Pues claro, mi sueño desde pequeño es este.
-¿Por qué nunca me lo contaste?
-Nunca me lo preguntaste.- dice sonriendo pícaro.
Dani piensa, que sabio es su abuelo, tiene respuesta para todo. Sonríe para si mismo, el viaje es largo. Su abuelo lee el periódico y él rápidamente saca de su mochila el libro con el que el día anterior se quedó dormido. Y al cabo de 10 páginas el resultado es el mismo.
-Dani, ¡Dani!
Se estremece y se da la vuelta.
-¡Dani!
-¿Que?- dice mientras consigue abrir un ojo.
-Hemos llegado.
Ahora abre los dos ojos y mira por la ventana. Aquel lugar no se parece en nada a cualquier otro aeropuerto de España. Todo está rodeado de tierra amarillenta y personas de color por todas partes.
En el avión una mujer anuncia que han llegado finalmente a su destino.
-ahora no te separes de mí.- dice su abuelo mientras le agarra del brazo.
Dani asiente con la cabeza y vuelve a sonreirle. Cogen todas sus maletas y bajan del avión. A unos metros se encuentra un taxi, un coche pequeño, al volante un hombre negro. El abuelo se dirige hacia allí con Dani de la mano. Conversan con el hombre durante unos minutos y entran en el coche.
-Gonder.- dice su abuelo y el coche se pone en marcha.
Tras unos minutos de trayecto Dani mete la mano en su bolsillo, de él saca una brújula y la contempla. Su abuelo, que se sienta a su lado y se sorprende al verlo.
-Vaya, vaya. Veo que tu padre ya te ha dado la brújula de mi padre.
-Sí, es muy chula.- y se la entrega para que él la vea también. Su abuelo la toma y la investiga.
-Es muy vieja.
Dani se encoje de hombros.
-Seguro que nos es muy útil.
-Ya lo creo.
El taxi se para. Personas que viven allí rodean el coche rápidamente y hablan en un idioma que ninguno de los dos entiende. El abuelo paga al taxista y se bajan para coger sus maletas del maletero.
-Gracias.- dice el abuelo levantando la mano. El hombre le hace el mismo gesto y se marcha.
Dani corriendo se acerca a unos niños de su edad que juegan al balón y en cuanto tiene oportunidad le da una patada. Todos quedan impresionados, pero no dicen nada, continúan jugando. Dani se acerca mas a ellos y vuelva a golpear el balón antes de que entre en la portería. Todos van tras el balón, no han necesitado palabras para decirle a Dani que él también podía jugar.
Mientras tanto su abuelo a unos metros de él intenta conversar en inglés con las mujeres de la aldea.
Todas están extrañadas sin comprender nada hasta que de una de las pequeñas cabañas asoma un anciano que se dispone a hablar con él.
-Yo Aaqil, ¿visita Gonder?
-Sí.
Aaqil señala una cabaña bastante vieja y ayudándole con sus maletas le dirige hasta ella. Entran. Es pequeña pero dispone de alimentos básicos y dos camas.
-Gracias.
Aaqil se da la vuelta y se sienta en una silla frente a su casa.
El abuelo mete las maletas
-¡Dani!
-Ya voy abuelo.- y corre hasta donde está él.
-Esta será nuestra cabaña, ¿te gusta?
-Sí, está muy bien.
-Veo que ya te has hecho amigos.
-Sí, son muy simpáticos. Voy a jugar con ellos.
-Está bien.
Vuelve a dónde están los niños, pero esta vez no juega, solo mira. Uno de ellos se acerca y le dice:
-Yo Kalé.
-Yo Dani.
Ambos sonríen. Kalé entra en su cabaña y vuelve hacia Dani. En sus manos trae un collar, igual al que él lleva y se lo entrega. Dani lo toma con cuidado y se lo coloca. Una cuerda negra con un colgante dónde aparece un trozo de tronco con un cocodrilo tallado a mano.
-Gracias.- le dice Dani con una sonrisa.
Kalé le coge del brazo y se lo lleva a jugar a la pelota. Dice algunas palabras que Dani no entiende a los demás y juegan todos juntos.
Mientras tanto el abuelo ha terminado de colocar todo y mira el reloj: las cuatro y media. Se acerca hacia Aaqil y se sienta junto a él, juntos observan a los niños jugar.
-¿Tu nieto?
-Así es.
-Juega bien.
-Le gusta el deporte.
Pasan las horas y tanto Dani como el abuelo continúan cada uno a lo suyo. Las mujeres de la aldea encienden una hoguera. Todos la rodean y cenan todos juntos. No tardan en irse a la cama.
Al día siguiente Dani sólo piensa en que le queda tan solo un día en ese lugar. Despierta a su abuelo moviéndolo de un lado a otro.
-Puedes irte a jugar.- dice sin abrir los ojos y sin apenas mover la boca.
Y corriendo sale de la habitación, Kalé le espera junto a los demás niños. Hoy no se iba a quedar como el día anterior jugando todo el día al balón. Toda la aldea se iba a ir de excursión por el bosque. El abuelo sale de la cabaña vestido como el día anterior. Ninguno ha desayunado, pero no será un problema, comerán lo que encuentren por el bosque. Todos juntos se disponen a adentrarse en el bosque. Kalé encuentra un par de frutas color rojo y le entrega una a Dani. Consiguen comer alguna que otra más, todas con un sabor especial y diferente. El abuelo también ha comido algunas. Pero esta vez encuentra una muy extraña, es verde y tiene granos como la mora. Sin pensárselo se la lleva a la boca. Aaqil, que lo ve le grita que no lo haga, pero ya es tarde. Le arrebata de la mano lo que le queda y lo tira al suelo. El abuelo queda sorprendido con su actuación.
-Ser veneno.
-¿Veneno?
-Sí, arg bufg.- dice mientras hace como que se ahoga.-Vamos, vamos.
Toda la aldea los sigue. Dan media vuelta corriendo y llegan a la aldea. El abuelo empieza a marearse y tiene náuseas. Rápidamente una de las mujeres lo tumba en su cama y le extiende por la cara una pomada verde. Dani entra junto a Kalé a ver su abuelo que parece encontrarse un poco mejor aunque no puede hablar.
Mientras que esperan a que la pomada haga efecto, Kalé enseña a Dani un juego. Consiste en mover las manos y chocarlas de una forma determinada, están jugando y riendo durante algo más de una hora. Parece que es la hora de comer, que rápida se les ha hecho la mañana. Salen para almorzar un caldo parecido a la sopa. Cogen un plato de mas y le entregan uno al abuelo que se ha incorporado aunque la mayoría de su cara siga verde.
Entra una de las mujeres que con una toalla húmeda quita el pringue de la cara del abuelo.
-Debería haber sido mas precavido.
Dani asiente con la cabeza.
-¿La fruta sabía mal?
-Al contrario, era deliciosa.
-¿Y por qué es mala?
-Eso no lo sé.
Es la primera pregunta a la que su abuelo no ha sabido responder.
-Podéis salir fuera si queréis, yo saldré en un momento.
-Entonces te esperamos.
-Bien.
El abuelo se incorpora por completo y camina hacia la puerta lentamente, aún le duele la cabeza. Los niños salen corriendo a jugar al juego de palmas que tanto les ha divertido.
-Amigos.-le dice Aaquil al verlos.
-Sí, eso parece.
-¿Está mejor?
-Sí, muchas gracias.
El día es claro, el sol es penetrante y el calor abrasador, ambos prefieren sentarse y observar a las mujeres traer agua de los pozos y los niños lanzan piedras a un río cercano.
Dani también observa a los niños del río y siente curiosidad, se acerca a ellos, Kalé tras él. Se trata de una rana. Los niños intentan darle con las piedras. Parece que se divierten y Dani atrapa una piedra para lanzársela. No lo consigue. Kalé tampoco. Pero no se rinden y consiguen algunas piedras más. Dani tira una piedra que rebota y casi le da en la cara, una de las mujeres lo ve y les dice que se alejen todos de allí. Aunque Dani no ha entendido lo que ha dicho, los gestos con la mano de la mujer hace que la comprenda.
Mientras tanto el abuelo y Aaqil han encontrado un tema de conversación, a ambos le fascina aquel lugar y las historias. Aaqil le cuenta algunas de ellas utilizando todo el Español que sabe. Aunque le cuesta, el abuelo lo entiende y lo escucha fascinado.
Al ser la última noche que iban a estar allí Dani y el abuelo, preparan una fiesta de despedida.
La noche cae, Aaqil toca los bongos, las mujeres los niños y el abuelo cantan y bailan al rededor de una hoguera. Pero se hace tarde y necesitan estar descansados para mañana llegar al aeropuerto de nuevo. Se les ha hecho todo muy corto.
Ya en la cama Dani no puede dormir y mira por la ventana. La cabaña de al lado es la de la familia de Kalé, que casualmente también está mirando por su ventana. Se saludan con la mano.
-No puedo dormir.- dice Dani muy triste.- No me quiero ir.
-Vive en Gonder.
-No puedo, mi familia y mis amigos están en España.
Ambos entristecen, se van a echar de menos.
-¿Dónde de España?
-Vivo en la calle de la alegría de Madrid.
Bostezan al mismo tiempo.
-Buenas noches.
-Adiós.
A la mañana siguiente Dani se despertó muy rápido para ver a Kalé,que también se alegra de verle. Se dan un abrazo y entran en la cabaña. Hacen la cama de Dani y la de su abuelo y la dejan preparada para el próximo visitante.
-No te vayas.
-No quiero irme.
De nuevo un abrazo. Un hombre de la aldea les invita al abuelo y a Dani a montar en su coche para llevarlos al aeropuerto. Se despiden con la mano de todos, menos Dani con Kalé que se abrazan muy fuerte durante unos segundos.
El coche se pone en marcha, por la venta Dani enseña el colgante que lleva e el cuello como símbolo de alegría y amistad eterna. El viaje en el coche no es muy largo pero sí aburrido, dan gracias al conductor, que regresa a la aldea.
Los momentos mientras esperan el avión le resultan un poco incómodos a los dos.
-¿Te lo has pasado bien?
Dani no le responde, solo le lanza hacia él y le da un abrazo.
-Muchas gracias.- susurra muy bajo a la vez que deja escapar una lágrima. Hora de irse. Durante el trayecto el abuelo duerme pensando en las historias de Aaquil y Dani observa su colgante.
-Algún día volveré.
-Eso ya lo imaginaba.- dice riendo.
No hablan nada más, cada uno a lo suyo. Ya están en Madrid y el avión aterriza, esta vez no había muchos pasajeros. Recogen las maletas y el abuelo recupera el coche que dejó para ir a casa. En cuanto llegue contará a todo y sobre todo les hablará de Kalé.
Y así fue, su familia pudo sentirse allí, todo se lo contaba con detalle sin saltarse ninguno. Pudo haber estado hablando una hora entera, pero estaba realmente cansado, se despide de su abuelo y se va a la cama.
Pasaron los días. Una mañana Dani se levanta y bajo su puerta ve un sobre manchado y arrugado. Lo abre sin pensar. ¡es Kalé! Se alegra mucho de ver aquella carta, ¡cómo le echa de menos! En la carta le cuenta muchas cosas, como lo añora, nuevos visitantes, nuevos juegos... Dani no dice nada, se sienta en su silla y le escribe una carta a Kalé, en ella mete una pulsera de hilo como la que él lleva. Baja al salón y con la ayuda de sus padres introduce la dirección de Kalé, esa misma mañana echó la carta a correos, una carta que Kalé recibirá...



Por María Lozano 1º ESO